De crisis,
mujeres superpoderosas y ciclos de lavado
A mis 36 años estoy en una etapa donde siento la
imperiosa necesidad de reflexionar sobre quién demonios soy y qué quiero de mi
vida y lo primero que me viene a la cabeza es preguntarme simple y sencillamente, justo eso ¿Quién carajos soy? ¿Qué
estoy pretendiendo lograr? y rápidamente me respondo ¿es en
serio Vanessa? ¿36 años y estás haciéndote esas preguntas tan básicas? Pues sí,
es así. Debe ser alguna especie de crisis de la mitad de la vida.
Así arranca el monólogo, que parece más bien el listado que
me repito una y otra vez como tratando de edificar algo en mis adentros: Soy
una mujer en medio de los 30´s, mamá de una pequeña de 2 años quien me ha
venido a transformar la existencia digamos unos…360 grados. Una ejecutiva
inmersa en el mundo corporativo haciendo comunicación en un entorno empresarial
que se transforma de un día a otro. Vivo una relación de pareja de 9 años con todo
lo que eso implica (qué es bastante, por cierto). Cuando siento que me “ahogo”,
recuerdo que también soy parapentista, que aprendí a volar con casco y botas de
montaña y que aunque he hecho una gran pausa en ese mundo, mi corazón sabe que
voy a volver a encontrarme con eso que me dice: “ya regresa”. Soy también una
mujer impactada y arrastrada por lo que hoy está muy “in” sobre intentar
mantenerse medianamente en buen estado físico, a veces muy atrapada por las
dietas, obsesiva en ocasiones por los kilos que marca la báscula y
recientemente sorprendida de las arrugas queriendo investigar más sobre el
botox y esas porquerías.
Entre otras cosas, vivo intensamente las emociones (puedo
resultar una verdadera pesadilla) y tengo un espíritu competitivo que creo que
si me dejaran jugar una y otra vez en los juegos de destreza de una feria
podría terminar perdiendo hasta mi casa.
Me gusta pensar que la mente y la energía son fuentes
creadoras de realidad, que hay fuerzas superiores más allá de nosotros y que la
vida es una experiencia de aprendizaje y evolución.
En mi cabeza siempre habita el sueño de ayudar a los niños desprotegidos. Ayudar a uno, dos, tres o cientos si se puede. Esa es la causa que me engancha y que está ahí detenida, en mis adentros, en aras de encontrar un poco más tiempo para hacerlo realidad.
Y entonces, con todo este descriptivo encima por qué me
estoy preguntando constantemente quién demonios soy y qué quiero hacer con mi
vida. Y parece que por ahí se asoma una
cosa que se llama el síndrome de querer ser perfecta y “superpoderosa” que lo
único que me está dejando es una sensación constante de intentos fallidos,
sintiendo que hago todo y nada, que soy eso que soy pero que al final no,
aunado a una perene sensación de cansancio y culpa por no saber si estoy
siendo la mejor profesionista, la madre que mi hija necesita o merece, la
esposa que quisieran que fuera, la hija, la hermana, la amiga, la deportista,
la paciente…¡uf!
Si alguna de ustedes está en esta lavadora imparable,
bienvenida sea al proceso de centrifugado en el que pareciera que la ropa
tendría que estar a punto de quedar lista pero que en realidad es donde el
proceso recién re-empieza porque se activó el botón de “lavado extra”.