viernes, 28 de agosto de 2015

Sueños atrapados

Probablemente me encuentro en una racha, de esas que te ponen a pensar y a sentir varias veces al día. Quizá son las fechas, quizá son los recuerdos.

A veces uno sueña y desea tanto ciertas cosas, ciertos momentos. La llegada del amor, tener un hijo, ver nacer un proyecto, subir una montaña, aprender a volar, ir a ese lugar en el mundo al que siempre has querido y que te enamora de sólo pensarlo.

Yo desee mucho simbolizar un sentimiento muy profundo, el más profundo de mi vida hasta ahora y fui muy afortunada de verlo hacerse realidad. Lo gocé muchísimo y significó cientos de cosas en su tiempo y en su espacio.

Sin embargo, ahora, con el paso de unos pocos años, tengo la sensación de que ese sueño se ha quedado estático, congelado, transformado más en un instante, en algo mágico y muy puntual. Y no sé cómo se vive eso. Sinceramente, me conflictúa un poco.

En el presente, no hay ritos ni hitos, no hay testigos, no hay conexión con eso que fue y ya no está. Y si el origen de este sueño hubiera sido el transitar por una experiencia específica, quizá hoy no me lo cuestionaría tanto. Como cuando uno decide lanzarse del paracaídas. Llegas, te vistes acorde, te subes a la avioneta, te lanzas, sientes al máximo y luego tocas tierra. La experiencia te cimbra, te adrenalina, te enloquece de emoción pero después es un simple recuerdo de algo muy intenso.

Este sueño para mi era más que un shot de emociones, era algo más que un ritual, era más que un día o una celebración. Sin embargo, veo que se convirtió sólo en eso. En pocos años se volvió un salto en paracaídas.

Siento un poco de envidia por aquellos que han logrado trascenderlo con el paso de los años. Que lo marcan y celebran cada vez que llega la fecha. Qué lo recuerdan pero sobre todo que lo SIENTEN juntos, más que por el hito, por el significado.

Una parte de mi se entristece, pero otra lo asume con amor y lo recibe, así como es, y creo que eso es lo que habría que festejar en mis adentros, en estos días. La capacidad de observar el pasado y apreciar el momento.

Dejar de lado las expectativas, el sueño y la sostenibilidad de eso que quería que fuera.

Parece que empiezo a descubrir que hay sueños que se quedan ahí, atrapados. Y no nos queda más que recordarlos y abrazarlos por lo que fueron...y ya.

Guardarlos en esa caja del tiempo y cuando lleguen estos días, voltear un poquito a ver lo que fueron y dejarlos quedarse solo ahí.

Septiembre 2012.

jueves, 13 de agosto de 2015

Los locos quizá...

De locos, quizá, se nos puede catalogar a veces...cuando decimos que no comulgamos con aquello que la mayoría dice que es aceptable, común o establecido.

Que de qué te quejas si la cotidianidad está cañona, que de qué te agobias si todos lo hacen, que de qué te preocupas mientras nadie lo sepa, que de qué te sorprendes si así ha sido siempre, que de qué vas con tu ingenuidad que seguro no te va a llevar muy lejos. Que aquí el que abusa es el que gana.

Sinceramente, cómo me cuesta encontrarme con estas maneras tan determinantes para percibir las cosas. A veces me da tristeza y otras muchas me da impotencia.

Lo mismo me sucede en un entorno de trabajo al tratar de cambiar alguna manera de pensar o de hacer las cosas, que en lo que vivimos como país o simplemente como ciudadanos al pasarnos un alto o estacionarnos donde sabemos que no se puede. Igual que cuando nos comportamos individualmente, diciendo que somos y queremos ser de una manera, para hipócritamente terminar actuando de la otra por millones de razones, validas o no, y que tomamos para  "aminorar", irónicamente ante nuestros propios ojos, nuestra inconsistencia.

¿Por qué somos así?
Juro que no lo entiendo.

No entiendo por qué nos autoengañamos al pretender actuar de una manera, comportándonos de otra, peor aún, armarnos discursos internos y externos que nos justifiquen. Llegamos incluso a buscar eco en las voces de los otros para apaciguar esos tenues pensamientos que nos dicen "esto está mal".

Pero eso sí, elegimos un gobierno y luego nos quejamos de lo jodido que tiene al país. Decimos que queremos tener una mejor vida pero nos dejamos llevar, muchas veces, por nuestra zona de confort. Nos quejamos de los juicios que recibimos pero no somos capaces de evitar hacer uno o varios contra los otros. Nos quejamos amargamente de que la vida cotidiana nos aprisiona y nos asfixia pero cuando se nos abre la puerta no somos capaces de cruzarla para ser "libres". Decimos que queremos ser honestos pero nos descubrimos una y otra vez en el engaño.

¿Será que la teoría del deseo nos viene mejor? ¿Será que es muy fácil justificar nuestro actuar incongruente llenándonos de estas frases de "pues si todos lo hacen", "es así", "es que está cañón"? y entonces me pregunto ¿De qué nos valen estos intentos de  autoengaño que además no engaña a nadie? Total, si queremos actuar, sentir y hacer "x" ¡ya está! ¡hagámoslo! nadie nos lo impide, por eso hay tanta cosa buena y también tanta cosa horrible en este mundo, porque al final el que quiere violar, viola, el que quiere robar lo hace, el que quiere matar, mata y el que quiere mentir, engaña, y ¡listo! Y el que quiere ser honesto y congruente también lo es aunque el mundo lo tache de loco, ingenuo o estúpido.

Me apena mucho mi país y ver las historias que por éste cruzan, me entristece ver que aunque nosotros podemos hacer las cosas distintas terminamos tratando de tomar la ruta corta, me apena saber que incluso en nuestro mundo muy individual y personal, tratamos de negociarnos y justificarnos la inconsistencia.

Yo quiero ser de los locos, de esos que creen que a pesar de la "jodidez" de la cotidianidad, a pesar de que todo se vuelve más complejo con los años o de que todos hagan lo cómodo o placentero porque así lo hace todo el mundo y es lo más fácil, yo sí quiero confiar en que aunque las cosas sean como sean, vale la pena el esfuerzo de intentar hacerlo mejor, de ser limpio, transparente, de no joder al otro, de no pisar al otro, de que no es necesario tirar mierda o ser oportunista para llegar a donde soñamos o para obtener lo que queremos.

Yo quiero ser de esos locos quizá, de esos que creen que se puede ir de "buena ley" a la vida, que vale la pena luchar por un mejor país, por una mejor condición, por una mejor niñez. Yo quiero ser de esos locos que creen que existe la congruencia pero sobre todo, que existe el amor de verdad.


martes, 11 de agosto de 2015

Me estoy equivocando

Qué difícil esto de sentir constantemente que por más que quieres ir hacia un sentido, las cosas terminan arrojándote exactamente en el contrario. Esto me hace reflexionar sobre si estaré haciendo lo correcto.


Dado que mi escenario es complejo porque hago cosas para obtener un resultado y termino observando que me llega otro, creo que es momento de recordar mis lecciones de física de secundaria para saber qué carajos está pasando.

Aquí la situación: de repente me veo una y otra vez haciendo esfuerzos importantes, algunos con demasiado desgaste, otros incluso con dolor, por llevar mi escenario hacia donde mi deseo se manifiesta, descubriendo, muchas veces, que estoy ante la desolada realidad de los intentos fallidos.

Para explicar mi caso de forma sencilla digamos que quiero conseguir rojas y jugosas manzanas con mi buena intención y acción.  Sin embargo percibo que por más que hago y hago, mi canasta frecuentemente termina por llenarse de verdes peras.

Eso además de desanimarme y desconcertarme me hace sentir, sinceramente, poco productiva en términos de la inversión y la ganancia. Y no es porque considere que no vale la pena arriesgarse e invertir en el feliz mundo de los frutos, pero cuando recibo una y otra vez un kilo de peras deseando con el más animoso sentimiento que lleguen las manzanas, pues algo definitivamente hay que revisar porque seguramente no estoy haciéndolo del todo bien.

Entonces o estoy poniendo en marcha un proceso equívoco o podría darse el caso de que esté en el huerto de las peras y soy la única ilusa que no se ha dado cuenta. Voy por la segunda opción.

Así que el pensamiento práctico me deriva en la siguiente hipótesis: ante la inminente canasta de peras, creo que necesito empezar a asumir que muy probablemente estoy en el territorio ¡justo de las peras! y que soy bastante idiota, o de no darme cuenta o de creer que algo de lo que aquí haga me tendría que llevar al preciado fruto rojo. Cuando ¡por Dios! no hay las malditas condiciones para que eso ocurra. Es que...así me pare de cabeza, busque musicalizar el proceso de la siembra o suba a las alturas no hay manera de que coseche la  manzana que tanto estoy añorando.

Tal vez, es tiempo de comprender y asimilar que esas delicias van a llegar a mi canasta cuando deje de sembrar en el huerto equivocado y empiece a caminar hacia el campo correcto.

Así que esta noche reflexionaré sobre la física y sus métodos de comprobación, pero sobre todo lo haré en términos de encontrar qué carajos tengo que hacer para tener la ansiada manzana sin entristecerme porque alguien ha venido a arrojar insistentemente sus peras.

Me voy, porque tengo sueño y hambre y de peras ya estoy bastante cansada.