jueves, 13 de mayo de 2010

Aprende a caminar libre

Aún no conozco a nadie a quien le guste vivir atrapado, sintiendo que algo le roba movilidad, la capacidad de acción, las ganas de sentir el gran regalo de la libertad.

A veces podemos creernos libres simplemente porque no estamos dentro de una prisión. Sin embargo, no todas las cárceles están hechas de celdas y barrotes.

Si nos tomamos un momento para observar honestamente lo que sucede con nosotros y nuestro entorno, tal vez descubriríamos que hay un par de cuerdas amarrándonos a algo o alguien. Atrapándonos conciente o inconcientemente.

Amarrados con los padres, los hermanos, los amigos, la pareja, el trabajo, la obsesión, la inseguridad, el miedo, la evasión, el desinterés o las emociones. Y podría decir que eso nos ocurre al 99% de las personas en este mundo, es un acto común y casi cotidiano; lo importante es darse cuenta, antes de tener cientos de nudos en los pies.

Los vínculos dependientes con situaciones o personas nos hacen seres limitados para amar, para sentir, para actuar, para crear, para vivir.

Si no queremos estar en ese estado, la tarea de salir de él resulta fácil. Primero porque implica valentía para aceptar que eso nos está sucediendo y segundo, porque nos obliga a enfrentarnos a nosotros mismos desde un sitio quizá no muy grato, a voltearnos a ver y a darnos cuenta de lo que estamos haciendo en realidad con nosotros y con los demás.

Romper las dependencias es también asumir que somos responsables de nosotros mismos, que debemos hacernos cargo primero de nuestro costal para luego ir a compartir (si, sólo “compartir”) el de alguien más.

En muchos casos, resulta cómodo depender del otro o de los eventos que decimos ajenos a nosotros porque eso nos ayuda a evadirnos. Qué fácil es decir que alguien “nos hace la vida compleja”, que alguien nos desgasta o que el trabajo que nos choca nos ha llevado a la infelicidad.

La realidad es que Depender es una decisión individual y está en nuestras manos deshacernos de esos lazos equivocados o apretarlos más. Es elección individual dirigirnos hacia donde verdaderamente queremos ir o arrastrar un mayor peso.

No construyamos relaciones cómodas ni dependientes con nada ni nadie. Es tiempo de volver la mirada hacia los pies y revisar las cuerdas: cuántas son, cuáles son tuyas, cuáles has dejado que te pongan y comenzar a cortar, una a una, como un regalo para ti mismo.

La libertad es un acto de conciencia y valor, que recompensa con la satisfacción de tomar el rumbo y la forma que, desde lo más profundo, anhelamos.

Una de las cosas más placenteras es aprender a caminar liviano, suelto y con uno mismo.
Yo empiezo hoy a cortar los lazos equivocados porque mi corazón y mi esencia lo piden ya a gritos. A partir de ahora quiero construir vínculos sanos que me dejen andar por el sendero de ser quien soy: Libre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario